La cantante Pasión Vega ofreció el último concierto antes de ser mamá en el Teatre Auditori Atrium de Viladecans (Barcelona), acompañada por el Dúo Del Valle a dos pianos y con la colaboración de Ana María Valderrama al violín en una pieza klezmer.
Por © Carles Gracia Escarp.
Vídeo e imagen: © Viladecans Televisió
Asistimos al único recital que Pasión Vega dará de momento en Cataluña mostrando su original espectáculo «Dos pianos con Pasión. Cartas desde Nueva York», un mestizaje entre la música popular y la música clásica amparada tanto en la calidad de las composiciones como en la de los intérpretes; tras este último concierto a la artista malagueña le espera un descanso en la recta final para convertirse en feliz mamá de una niña, los mejores deseos para ella.
Con estos antecedentes, del baúl en escena fueron surgiendo canciones e historias, objetos evocadores y personajes, como hemos adelantado los músicos participaron activamente en la dramatización de la historia con gracia y desenvoltura.
Partituras originales de Manuel de Falla, un mantón, un capote del torero Ignacio Sánchez Mejías, un sombrero, viejas cartas manuscritas, billetes de tranvía que nos llevaron hasta una historia de amor en un café de Lisboa, una caracola con arena que nos habló de Alfonsina y el mar, el fantasma de la abuela de Woody Allen del que luego hablaremos o unos zapatos que serían la clave para resolver el enigma finalmente.
Las pesquisas alrededor de los misterios que guardaba el baúl acabaron por dar buen resultado y las incógnitas fueron despejadas. Pero no crean que era el famoso baúl de la Piquer, aun así el argumento nos dejó muy buenas interpretaciones de las canciones para una velada inolvidable llevándonos a viajar por el rico universo de la música popular y al universo vital de García Lorca.
Iniciamos la noche a dos pianos con los hermanos Del Valle interpretando El vito de Manuel Infante como obertura al espectáculo, seguidamente Pasión entró en escena e interpretó para empezar algunas de las canciones populares españolas de Manuel de Falla devolviéndoles la vida en su canto cercano.
Viajamos hasta Buenos Aires con la interpretación del tango El choclo, Pasión ya había frecuentado antes el género en varias ocasiones como en su disco Gracias a la vida y junto al tenor José Manuel Zapata, y estuvimos un rato En el Café de Chinitas, en Málaga, allí donde dijo Paquiro a su hermano: «Soy más valiente que tú, más torero y más gitano». Y escuchamos luego una deliciosa Nana de Sevilla para cambiar de vestido con La vida breve – 1ª Danza española de Manuel de Falla, solo a dos pianos.
Un billete de tranvía nos lleva hasta la capital portuguesa con Lejos de Lisboa del disco Banderas de nadie de Pasión Vega, y más fado con As pedras da minha rua, un fado cantado originalmente por la fadista Fernanda María y grabado más recientemente por la joven Carminho. Y más magia, cambiamos de paisajes con La flor de Estambul con la letra de Javier Ruibal y la música de Erik Satie, que bien suena este tema en la voz de Pasión Vega.
Y como el baúl apareció en Nueva York hasta pudimos ver al fantasma de la abuela de Woody Allen caracterizado por la gran violinista clásica Ana María Valderrama, que dio muestra de su buen humor y de su virtuosismo al violín interpretando un instrumental klezmer de la comunidad judía: Ken Bakodesh.
Una caracola guardada en el baúl nos trajo a Alfonsina y el mar, una pieza que Pasión Vega ya había llevado en su repertorio y que engrandece en su voz. Y viajamos a la Granada de Federico y de Carlos Cano a través del inmortal tema Granada de Agustín Lara, muy aplaudido por el público. El capote nos habló del recuerdo del torero Ignacio Sánchez Mejías y de su amor por Encarnación López “La Argentinita”, y de ahí al mundo en extremo pasional de la copla que Pasión Vega boreda en su voz con Y sin embargo te quiero y En tierra extraña, dos joyas.
La copla En tierra extraña fue compuesta por el maestro Manuel Penella cuando se encontraba en Nueva York en una gira por América junto a Concha Piquer, nostálgico al no poder celebrar la nochebuena como en su España natal, en la parte final de la copla el autor incluyó unos compases del pasodoble Suspiros de España, de ahí que la pieza esté firmada por Manuel Penella y por el maestro Antonio Álvarez, autor del pasodoble final.
Y la noche se fue cerrando con otras dos canciones populares que tantas voces han cantado y que recuperó de la tradición cantada el poeta de Granada: Los cuatro muleros y La tarara.
En definitiva, un baúl que nos adentró en un espectáculo exquisito y teatral, cargado de inmensas canciones en un formato desnudo a voz y dos pianos que realzó el valor artístico de sus protagonistas, que nos permitió una vez más disfrutar de la belleza siempre de la voz en directo de Pasión Vega y de la emocionante maestría del Dúo del Valle y sus dos pianos, un mestizaje escénico y musical en el que lo clásico y lo popular se fundieron en un evocador y afortunado viaje musical.